martes, 23 de mayo de 2017

Entrevista a la escritora Ana Belén Rodríguez Patiño


Ana Belén Rodríguez Patiño (Cuenca, 1970) es Doctora en Historia Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid. Ha pronunciado charlas en la UNED, UCLM, y ha sido profesora de la UNIR (Univ. Internacional de la Rioja) en Madrid.

Guionista de documentales (Guerra Civil, maquis, primer franquismo, 2004-2008) para el Centro de Estudios de Castilla-La Mancha (Univ. UCLM) y cortometrajes de ficción (La foto de Harold Lloyd, Donde acaban los mapas, Stadium).

Ha publicado tres libros sobre la Guerra Civil en la ciudad de Cuenca (Del 18 de julio a la Columna Del Rosal, La revolución y la pugna ideológica, Guerra y represión en Cuenca, en 2003, 2004 y 2009) y escrito uno junto a Teresa Rico Alfosea, Las Cuatro Esquinas del Éxito (2011).

Tiene en su haber artículos sobre literatura e historia en prensa y libros especializados.

Escribió y dirigió monólogos cómicos en la sala alternativa madrileña Teatro de Las Aguas y en distintos Cafés Teatro  (2000 y 2004), con obras como Mare MágnumCómo ser un desastre y que aún así te quieran tus amigosHistoriasD2...

En el año 2000 ganó el Certamen de Relato Corto de Castilla-La Mancha con su texto "Vida Propia". Se haría una lectura dramatizada de la misma en Toledo, en el mismo año. Ha ganado otros premios de poesía y relato corto ("El escriba!, "El extraño caso del ingenio mecánico", "Historia de un molino"...)

Donde acaban los mapas fue su primera novela (noviembre 2013, Editorial Palabras de Agua). 

Publicó después la novela juvenil Las aventuras del joven Bécquer. Gustavo Adolfo y el misterio de los esqueletos andantes (diciembre 2014, Ediciones Juno).

En abril de 2015 ganó el Primer Premio de Narrativa Mujer al Viento 2015, de Torrejón de Ardoz, con su obra Todo mortal, editada por Playa de Ákaba.
En octubre de 2015 publicó su poemario 
La ciudad que hay en mí (Edit. Playa de Ákaba).

Ha participado en libros colectivos y ha coordinado antologías de relato para la Edit. Playa de Ákaba (Madrid en Feria, Personajes de novela). En los años 2015 y 2016 ha dirigido talleres de literatura.


PREGUNTAS

-Ana, tras leer tu novela “Donde acaban los mapas”, me encuentro con que nos haces un recorrido minucioso por la China comunista de Mao… ¿Cuál es el motivo?

Llegué a esta historia un poco por casualidad. Haber practicado Tai chi durante una buena temporada me hizo interesarme por la mentalidad china. Pero mi gusto por la Historia Contemporánea hizo que investigara sobre el complejo siglo XX en aquel país, más que por su etapa clásica de grandes emperadores.
A partir de ahí, me encontré con un mundo fascinante y muy desconocido. Un mundo que me ofrecía muchas posibilidades para novelar: política, historia de poder, de injusticias vitales, amor…


-Como historiadora ¿es esta parte del mundo contemporáneo lo que más te atrae?

Como historiadora y escritora, con la edad contemporánea; como lectora, disfruto con cualquiera, la verdad.


-Alicia Aliorte, la protagonista, es una joven española que decide buscar su futuro en París, como muchos otros jóvenes españoles que se van en busca de sus sueños a otros países de Europa… ¿hay algo de ti en este personaje?

No, en absoluto. Mi personaje no es autobiográfico, aunque sí guarda conmigo algunas semejanzas, como el matiz del gusto por atlas y mapas desde niña, la pasión por viajar, el ansia de libertad... Es una mujer muy perdida en su vida, que trata de buscar su lugar en el mundo. No es mi caso, afortunadamente.


-Como especialista que eres en historia contemporánea no te habrá costado mucho elegir y desarrollar el tema, pero aun así, ¿necesitaste mucho tiempo para la documentación?

Pues nunca comienzo mucho antes la documentación que el desarrollo mismo de la novela. No tengo esa paciencia. Lo hago al mismo tiempo. Lo que sí hago, una vez pensada la idea inicial, es buscar datos que me ayuden a desarrollar aspectos de la trama, y así, poco a poco, evolucionan ambos procesos casi a la vez. Por ejemplo, mientras investigo sobre algo en concreto, escribo un pasaje, o un diálogo, que no precisa de ello.


-¿Sueles realizar una estructura previa cuando te planteas la escritura de una novela?

No. Pienso a grandes rasgos en la novela y desarrollo las líneas mentalmente, pero nunca escribo estructuras o contenidos de capítulos. Prefiero guardarlo en la memoria. Tenerla siempre en la cabeza me ayuda mejor a encontrar soluciones a las tramas. A veces he intentado escribir estructuras detalladas, pero termino por no cumplirlas.


-Todos los que escribimos sabemos que hay tres fases —generalmente y a grandes rasgos— en la escritura de cualquier narración: documentación, escritura y revisión. En este caso, refiriéndonos a tu novela “Donde acaban los mapas”, ¿qué parte de todas es la que más tiempo te costó?

No sabría decirlo. Escribí todos los días más de seis horas durante muchos meses, y el resto del tiempo no dejaba de pensar en cómo mejorarla o en lo que debía contar en la jornada siguiente. Al final, todo el proceso es muy intenso. Sí recuerdo la dificultad de encontrar información sobre muchos datos sobre la China de Mao, época aún muy silenciada. Y en cuanto a la revisión, esta nunca es fácil; pero es una fase que no me disgusta en exceso, porque creo que es, sin duda, la más importante de todas y donde de verdad se escribe una novela.


-Una cosa que siempre me gusta preguntar a los escritores con los que hablo… ¿Para ti, un escritor nace o se hace?

Para mí, sin duda, nace. Y se va formando durante toda su vida. Otra cosa es que, a base de esa formación, alguien sin especial talento pero con gran voluntad de trabajo, pueda escribir libros más que correctos. Tampoco esto va asociado a ventas. Existen escritores sin grandes mimbres que venden mucho, porque saben conectar con el público. Y grandes literatos que no llegar al lector. Este es un mundo muy complejo. Al final, da igual si se nace o no escritor: lo importante es emocionar al lector y hacer que siga tus novelas.


-Además de historiadora, guionista, narradora, poeta, etc., también eres profesora de talleres literarios… Yo soy de los que creen que es necesario tener —al menos— una inquietud (otros lo llaman don) para escribir y que luego se van aprendiendo las técnicas. Pero ¿crees que es posible aprender a escribir cuando no se ha nacido con ese “don”, con esa inquietud?

Este es un trabajo de formación continua, donde ayuda el tener esa mirada diferente a tu alrededor y la capacidad para transmitirla. Después, es imprescindible leer por encima de todo (yo siempre digo que diez veces más de lo que se escribe), estudiar, equivocarse, aprender técnica, etc. Todo cuenta. Aprender a escribir sin estas inquietudes es ciertamente difícil. Por lo menos, para llegar a un público que se entusiasme. Se pude escribir, no me cabe duda, pero, como para ser pintor, hay que tener de base unas pequeñas dosis de «algo» (llámalo capacidad, talento, aptitud…). 


-¿Ana, tus libros parten de una imagen o de una idea?

Surgen de una idea, de una imagen, de una inquietud por explicar algo en concreto… Incluso surgen mientras duermo (como Todo mortal y algunos relatos cortos).  Al final, creo que son las novelas las que me abordan, y no al revés. Escribir no es más que la necesidad personal de contar cosas, y de conseguir que a la gente le interese de verdad lo que cuentas.


-¿Alguna vez has tenido el temido “bloqueo del escritor”? ¿Cómo te enfrentas a la página en blanco?

Más que bloqueo, a veces es un poco de cansancio o haber escrito cosas que veía que no me convencían. Pero no me preocupo. Simplemente, dejo de escribir hasta que vuelvan las ganas, que pueden ser días o semanas. Y leo, leo, solo leo. Al final, la mente se relaja y te pide a gritos volver a sentarte y escribir. 


-¿Sigues algún proceso a la hora de escribir? Es decir, ¿lo haces siempre a la misma hora, en el mismo lugar?

Mi método es que no tengo método, y eso no sé si es bueno o malo. Puedo escribir sobre cualquier superficie, en cualquier lugar y en horas muy distintas. Es cierto que he comprobado que la rutina del espacio y la hora ayuda mucho, pero a veces no siempre es posible. Tampoco me importa si hay silencio o no. Al final, te acostumbras a todo. Lo único importante son las ganas de ponerse a ello.


-Supongo que, como a todos los escritores, la edición es algo que te ha preocupado desde que comenzaste; pero ¿te ha resultado fácil encontrar editor? ¿Cómo ves el actual panorama literario español?

Donde acaban los mapas fue enviada a muchas editoriales, y le gustó a Palabras de Agua que, desde el primer momento, apostó por mi libro con el máximo interés y me brindó todo lo que desea un escritor: apoyo, una edición cuidadísima, presentaciones, presencia en ferias (¡incluso en la de Madrid), distribución...
Luego gané un concurso con mi segunda novela, que la Editorial Playa de Ákaba se encargó de editar. Aquí la experiencia también ha sido muy buena y he conseguido grandes amigos entre editores y escritores. La tercera novela la está moviendo mi agente.
Para bien o para mal, todo lo que he escrito ha sido publicado, incluso una novela corta juvenil, con lo que no tengo novelas guardadas en el cajón a las que tener que dar salida. Y eso me da mucha tranquilidad para afrontar las siguientes historias.

Sobre el panorama literario español, está claro que vivimos momentos complicadísimos. Y cuyas soluciones no son fáciles. Con el hecho de que se incidiera la educación ante los derechos de autor desde la infancia, y se fomentara el gusto por la lectura, creo que se daría un paso de gigante. Después hay que escribir historias que atrapen a un lector que disfruta en la actualidad de infinidad de alternativas de ocio. Pero la gente seguirá leyendo en el futuro si nos empeñamos en ello.


-Ana, tras publicar ya dos novelas y unos cuantos libros de historia, poemarios, participaciones en antologías… ¿imaginas de alguna manera  a tus lectores?

Afortunadamente, son muy variados, y en la misma proporción hombres como mujeres. Cuando escribo, lo hago con el pensamiento de emocionarles y de hacerles sentir mis historias. Me gusta conectar con los lectores, que es lo más bonito de este oficio. No escribo para mí. Si no, escribiría un diario.


-¿Cuáles son tus libros de cabecera, tus favoritos? ¿Y los que más han influenciado tu estilo literario?

He leído siempre estilos y autores muy distintos, por lo que creo que me resulta difícil contestar a eso. La poesía sí ha ejercido mucha influencia en mí a la hora de transmitir sensaciones. Creo que la poesía es la base de la literatura. La novela es solo una hija pequeña.


-¿Qué podrías decirles a los jóvenes autores y a los que no somos tan jóvenes, pero aún nos consideramos noveles? ¿Qué consejo o consejos le darías a un escritor principiante?

Cosas sencillas: paciencia y no tener prisa por publicar. Mientras, no dejar de leer, leer y pulir la técnica. No creo que haya mucho más.


-¿En qué obra o proyecto estás trabajando actualmente. Nos puedes adelantar algo?

Un editor me ha propuesto participar en dos proyectos que me ilusionan mucho, con otros autores, dentro de la novela histórica, en formato papel y digital. Tendrán gran publicidad y se publicarán en mayo y verano de 2018. Aunque falta tiempo, han de estar escritos después del verano, así que ya he comenzado a ello.
Y mientras las editoriales terminan de leer El mensajero sin nombre, que es mi tercera y creo que mi mejor novela, tengo en mente una novela corta, quizá solo en digital, y otra de la que ya he hablado con mi agente para que sea la próxima que movamos en papel.
También estoy corrigiendo Las aventuras del joven Bécquer, que dentro de varios meses iniciará nueva andadura. Y alguna cosa más que no puedo adelantar aún.
En definitiva, mucho trabajo en este 2017 con vistas ya al siguiente, que se presenta muy bueno.


-Ana, ha sido un enorme placer compartir este tiempo contigo, escuchar tus respuestas y aprender de una gran escritora, como eres tú… Muchas gracias por tu tiempo y por tu paciencia.

Mil gracias, Enrique. Para mí es un honor que un grandísimo escritor como tú, y gran amante de la literatura, me haga esta entrevista tan bonita. Ha sido un placer. Nos veremos entre páginas y por el mundo literario. Muchas gracias. 



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